viernes, 11 de mayo de 2012

Ashram -parte2

A medida que pasaron los días mis niveles de inquietud bajaron. Empecé a "Enten-der" un poco más. Los horarios, las canciones y las clases de yoga y meditación empezaban a tener algo de sentido. La "buena" nos explicó como era la caminata alrededor del templo (tocar la campana, tirar flores, caminar una vuelta casi completa como las agujas del reloj hasta las 9, volver hacia atrás e ir a tocar nuevamente las 9). Nos explicó que bajo este templito estaba la tumba del guru que murió hace unos años mientras meditaba. Los cánticos cada vez se hicieron mas fáciles de seguir (obvio q a la noche antes de dormir practicábamos nuestros prefe
ridos) y de a poco empezamos a ser parte. Empecé a relajarme más en las clases y aunque siempre con dolor de piernas y rodillas, vi mejorías.

Cuando ya estábamos mucho mas cómodas y empezábamos a disfrutar la experiencia, hubo un turning point en nuestra estadía que marco un antes y un después y fue dictado por dos situaciones. Una es que muchos de los que estaban se fueron. Algunos a seguir con sus crazy-vidas y otros a meditar a la montaña. El segundo hecho que para mi fue clave en nuestro rol dentro del ashram fue un impulso artístico. Mandakini y su marido que es cirujano se acercaron una noche diciendo que estaban vendiendo remeras a 10 us. Y que con la ganancia iban a hacer unas operaciones gratis a nenes con cáncer. Las remeras que vendían estaban pintadas por ellos y eran bastante horribles pero sentíamos un poquito de presión y un poquito de ganas de ayudar. Miramos todas varias veces pero no había una que zafara y con mochilas llenas, cargar remeras espantosas no estaba en los planes. Vi que había pinturas cerca y después de consultarlo con canu, le pregunté a mandakini si podíamos pintar nuestras propias remeras. Dije que queríamos ayudar y que como al día siguiente era domingo y no había actividades, nos parecía lindo hacerlo como actividad. Con los ojos iluminados, me dijo que si. Al día siguiente, pintamos nuestras remeras y todos nos sonreían. Creo que ahí pasamos a ser las populares del ashram. Mandakini nos amaba. El marido que jamás antes me dirigió la palabra se intereso en mi vida, en saber de donde venía y que hacia. Ni te cuento cuando esa noche nos pusimos las remeras.... (Que eran tan horribles como las que habían hecho ellos) sonrisas, elogios y más.

Cuando nuestro grado de popularidad llegaba a su máximo esplendor, llegó gente nueva que nos vio a nosotras como "las viejas, las que saben ". Nos preguntaban cosas y esperaban nuestro pie para empezar las canciones. Pasar de ser "las nuevas" a ser "las que entienden" es un cambio tan perceptible que fue imposible no notarlo. Mandakini elogió la rapidez con la que aprendimos los cánticos, mataji nos sonreía al pasar y seguíamos las clases como si las hubiéramos tomado toda la vida. Empezaba a entender el estilo de vida y de a poco a disfrutarlo.

Fue difícil irnos. Empezamos a querer este lugar y a su gente, a su paz y al ganga y claro, a pushti. Ellos tampoco querían que nos fuéramos, me di cuenta. Pero como todo,tiene un fin. Nos despedimos con la intención de volver algún día. Aprendí muchísimo. Miento si digo que logre meditar o que el estilo de vida yogi o las creencias me convencieron del todo. Definitivamente tomo cosas que espero aplicar a mi vida cotidiana y creo que es algo por lo que todos deberían pasar. Una de las cosas que espero aplicar es la limpieza yoguense de la nariz. Me compre el cacharro y todo. Ustedes sabían que si inclinas la cabeza hacia un lado y vertes agua 

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